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Yo soy de mi amado y mi amado es mío. Él apacienta su rebaño entre los lirios.

Quinto canto

El amado

Amada mía, eres tan bella como la tierra de Tirsá; hermosa como Jerusalén. Impresionante como las estrellas del cielo. ¡Aparta de mí la mirada, pues tus ojos me han vencido! Tus cabellos, derramándose sobre tu rostro, son como rebaño de cabras que retozan por las laderas de Galaad.

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